domingo, 18 de diciembre de 2016

Educar en valores mediante el DEPORTE

¿El deporte es bueno por naturaleza? ¿Educa por sí mismo? ¿Qué valores tiene? ¿Hay deportes más educativos que otros? ¿Se encuentra el valor educativo del deporte en la misma esencia de éste o bien depende de valoraciones externas? Desde comienzos del siglo XIX, en Inglaterra se creía firmemente que el deporte educaba el carácter, y durante muchos años se ha defendido esta idea, hasta el punto de caer en el tópico de pensar que la práctica deportiva era educativa por sí misma. Según Heinemann (2001), el deporte no tiene valores en sí mismo, sino que los valores del deporte son, o bien juicios subjetivos y estimativos que emiten las personas que lo practican, sobre la base de los efectos (positivos o negativos) que creen obtener, o bien los efectos que ciertas instituciones (clubes, gimnasios, el Estado, las instituciones educativas...) le atribuyen. Aun así, podemos constatar que determinados deportes tienen incorporados, en su entorno y en su cultura deportiva, rituales que se asocian a la misma práctica –algunos de ellos se encuentran incluso en el propio reglamento– y que fomentan de terminados valores.

Partimos, pues, de la premisa de que el deporte por sí solo no educa, pero si se utiliza de manera adecuada, puede ser un excelente medio para fomentar determinados valores individuales (esfuerzo, superación, diversión, creatividad, reto personal, compañerismo, disciplina, mejora de la salud...) y sociales (respeto hacia los demás, cooperación, compromiso, responsabilidad...). Por tanto, podemos hablar del gran potencial del deporte como herramienta para educar en valores.


Muestra de educar en igualdad, en alcanzar los propios sueños... lo podemos ver reflejado en la película "Quiero ser como Beckham".



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